El director médico del Laboratorio de Medicina Molecular del Centro Asistencial Docente y de Investigación de la Universidad de Magallanes (CADI), Marcelo Navarrete, explicó cómo fue implementar la estrategia de procesamiento de muestras PCR al inicio de la crisis sanitaria en la región, y la importancia de la ciencia, tecnología e innovación en el desarrollo de los territorios.
Una invitación a hablar de desarrollo científico y de las posibilidades que tiene la Región de Magallanes para convertirse en un polo en dicha área, de la mano de la tecnología e innovación, fue el tema central del primer conversatorio impulsado por la plataforma local “Somos Magallánicos”, instancia en la que participó, como panelista, el académico e investigador de la Universidad de Magallanes (UMAG), Marcelo Navarrete Signorile.
El encuentro, que se desarrolló vía telemática, también convocó al presidente del Club de Innovación, Eduardo Bitrán; y al director del Centro de Excelencia en Biomedicina de Magallanes (CEBIMA), Nibaldo Inestrosa, a fin de generar un diálogo en torno a la pregunta ¿Puede Magallanes ser un hub de desarrollo? De esta forma, y bajo la moderación del periodista Juan José Lavín, los tres invitados compartieron sus miradas y experiencias en torno las particularidades y potenciales que tiene la región austral en materia de ciencia e innovación.
Desde su visión científica y el trabajo que ha podido desarrollar tanto al alero de la carrera de Medicina como del CADI, el doctor Navarrete, se refirió al tema, ejemplificando el desafío que significó la pandemia y la infraestructura con la que contaba la región para hacer frente al problema. “Desde que levantamos la carrera de Medicina identificamos la necesidad de desarrollar cierto nivel científico y tecnológico en pro de la docencia, ya que sin ello no iba a ser posible tener un nivel aceptable de calidad. En ese sentido, era importante, contar con infraestructura de ciertos estándares, distintos al de las ciencias básicas, estándares de acreditación que impone el ISP para implementar técnicas moleculares avanzadas en la clínica”, comentó.
Siguiendo esa línea y haciendo alusión, con ello, a la concreción del CADI, enfatizó que “la llegada de la pandemia nos demostró la necesidad que hay de tener una base de desarrollo científico más o menos amplia, y no dirigida, para poder enfrentar estos desafíos. Es decir, si no hubiéramos tenido los laboratorios, estaríamos perdidos, porque tenemos una característica de insularidad que hubiera obstaculizado mucho las cosas como fue las primeras semanas. Fuimos el primer laboratorio de procesamiento de muestras que comenzó a operar en el país. Hicimos las primeras PCR en marzo de 2020. Y, a la fecha, somos el principal centro de diagnóstico de la región ya que procesamos el 70% de las muestras con 155 mil tests hoy, es decir, el nivel de impacto poblacional es grande”.
A ello agregó el programa piloto de vigilancia genómica, los estudios con plasma inmune y otras acciones que, a su juicio, no hubieran tenido una premura sin la contingencia, pero que son indicativas de la relevancia de “hacer ciencia asociada, de capacitar y especializar a gente y, sobre todo, de tener el equipamiento”. “Lo que me aterra –resaltó- es que esto se acabe o quede detenido cuando se termine la pandemia y no proyectemos todo este desarrollo hacia adelante”.
A modo de conclusión, y consultado por el proceso constituyente, reflexionó que “es importante que la ciencia se expanda porque la ciencia no es algo de los científicos, es un elemento que permea al funcionamiento de la sociedad, la ciencia forma parte de la manera en que funciona una sociedad en base al conocimiento”.
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