Ana Beatriz Franco, Country Manager de Kimberly-Clark Chile
Las mujeres y la equidad en el mercado laboral es un tópico que en pleno siglo XXI no deja de preocupar. Según el Informe Global sobre Brecha de Género 2019 del World Economic Forum, la grieta de participación económica y oportunidad entre hombres y mujeres se agrandó ligeramente. Esto significa que los 202 años que se estimaban para cerrarla, se transformaron en 257. Y, según el mismo estudio, en Chile la brecha salarial de género es la tercera mayor del continente.
A pesar del gran trabajo que han hecho muchas empresas por implementar políticas internas para fomentar la equidad de género, la crisis sanitaria a razón del Covid-19 plantea un nuevo desafío, tanto a los empleadores como a las mujeres profesionales, para no perder de vista este objetivo.
Según la ONU, los efectos del Covid-19 en la fuerza laboral femenina arrojan un triple impacto, el que se expresa en ámbitos como la salud (donde las mujeres están sobrerrepresentadas, no sólo en presencia, sino en contagios); los cuidados (el teletrabajo ha incrementado la brecha de género ante una corresponsabilidad que no es efectiva); y en su integridad física, ya que el confinamiento ha derivado en el incremento de denuncias por violencia de género en todo el mundo. A esto se suma que, según la última encuesta del INE, el desempleo femenino en el primer trimestre alcanzó un 9,7%.
Con todo este contexto, es probable que el ritmo de la demanda por incremento de mujeres en los directorios empresariales se vea ralentizado. Es una gran preocupación, no sólo para el género femenino, sino que para empresas como Kimberly – Clark, donde constantemente estamos buscando potenciar a mujeres en cargos ejecutivos.
Podríamos seguir con las cifras, pero, a fin de cuentas, lo importante es preguntarse cómo están colaborando las empresas y cómo lo harán una vez que superemos esta crisis sanitaria, incorporando en la dinámica todos los aspectos a los que se ven enfrentadas las mujeres, como este doble rol, ya sea con sus hijos o con el cuidado de terceros. No olvidemos que el 73,4% de los hogares en Chile son monoparentales, siendo ellas el sostén familiar.
Existen buenas prácticas para lograr el objetivo de compatibilizar el trabajo con las demandas familiares. Como compañía, implementamos la modalidad home office desde el inicio de la pandemia, además de flexibilidad horaria para atender asuntos laborales y personales. También, creamos programas de bienestar mental y buscamos maneras para mantener todos los beneficios para los colaboradores.
Para Kimberly – Clark, la inclusión de la mujer en el mundo laboral siempre ha sido una de las prioridades de su estrategia de diversidad e inclusión. Sumado a las políticas de la compañía, hace algunos meses estamos trabajando en conjunto con Proyecto Moms, una plataforma que conecta mujeres talentosas con empresas de primer nivel. El objetivo es dar empleabilidad a las mujeres que han hecho una pausa en sus carreras para ser madres y ahora quieren volver al mercado laboral.
La inclusión femenina no es sólo para cumplir con una meta de número. Más importante aún, es contar con una fuerza de trabajo diversa que nos permita entender mejor las necesidades de nuestros consumidores, sobre todo en el contexto actual, donde las prioridades y comportamientos han cambiado, además de cómo toman sus decisiones. A esa riqueza de conocimiento sólo se puede acceder teniendo distintas visiones al interior de la compañía.
Por el desarrollo del país y la reactivación de la economía, es importante que desde el ámbito privado exista un compromiso para acelerar el cierre de las brechas de género. Porque, si ellas progresan, el país también avanza.
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