Los lazos emocionales que desarrollan los niños en sus primeros meses de vida son determinantes para la autoestima, confianza y autonomía que tendrán en su vida adulta. Por eso, es clave que tengan una figura de apego cercana, cariñosa y empática. Felipe Dumonceau, pediatra de IntegraMédica, nos entrega recomendaciones para fortalecer este vínculo.
Santiago, 2021–. El apego es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que establecemos los seres humanos. Por eso, el vínculo emocional que tengan los niños en sus primeros meses de vida resulta fundamental para su adultez, en términos de seguridad, confianza y autoimagen. El doctor Felipe Dumonceau, pediatra de IntegraMédica, nos cuenta en esta nota cómo lograr un apego seguro y estable.
“El lazo entre el bebé y sus cuidadores, que habitualmente son su mamá y papá, se desarrolla durante los primeros meses y el año de vida. Normalmente el niño escogerá una, dos o tres personas como figura de apego. Varios estudios señalan la relación entre un apego seguro y el desarrollo de un niño feliz y futuro adulto sano, capaz de tener una vida más plena y equilibrada, tanto social como emocionalmente”, explica el especialista.
Pero, ¿cómo fomentamos un apego seguro? De acuerdo a lo que explica el doctor Dumonceau, éste comienza desde el nacimiento:
- Incorporar al padre al momento del parto, para que esté presente en este momento clave de la vida del niño.
- Favorecer el contacto piel con piel con la mamá en los primeros minutos de vida.
- Fomentar la lactancia materna a demanda del bebé.
- Reconocer las situaciones de estrés para el niño, para calmarlo, atenderlo y contenerlo oportunamente.
- Incentivar el contacto físico mediante besos, caricias y abrazos.
- Pasar tiempo con él; estimular el juego y los espacios de entretenimiento juntos.
- Poner palabras a lo que el niño siente, por ejemplo: “parece que tienes hambre” o “te noto cansado, ¿vamos a dormir?”, lo que ayudará a estimular su comunicación.
- Establecer normas y criterios de comportamiento; si hay pataletas, responder y atender siempre de la misma forma. Esto ayudará a que el niño se sienta seguro y sepa que en sus cuidadores encontrará calma.
- Evitar la sobreprotección; intentar que los miedos o ansiedades del adulto no se transmitan al niño, para dejarlo explorar a su ritmo.
- Preferir el refuerzo positivo y evitar los calificativos por sus comportamientos, para fomentar en ellos la confianza en sí mismos.
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