Por: María José Escudero, Fundadora y Directora de Incidencia y Desarrollo de Fundación Ronda
Hace unos días fuimos testigos de cómo el programa televisivo que apoya a la Fundación Teletón, superó una vez más la meta que se propuso para este 2022. Vimos pasar por nuestras pantallas emotivas historias de niños, niñas, personas adultas con discapacidad y sus familias, demostrando la perseverancia que se requirió para salir adelante y de qué forma la Institución los(as) ha apoyado.
Si bien la meta se superó gracias a los generosos aportes nacionales, internacionales y del mundo público y empresarial; como Fundación Ronda, estamos seguros(as) que estas “27 horas de amor”, no son suficientes, y terminan siendo un flaco favor hacia las personas con discapacidad.
Para algunos(as) de los que están leyendo en este momento, éste último párrafo lo pudieron haber interpretado como un ataque hacia un emblema y orgullo nacional, pero ¡permítanme aclarar! Nos parece extraordinario todo el trabajo que realiza la Fundación Teletón y los institutos desplegados a lo largo de Chile, con profesionales comprometidos(as) que desarrollan día a día un trabajo de rehabilitación de excelencia y de ejemplo para Latinoamérica, dando respuestas y esperanzas de forma efectiva a cientos de familias, niños, niñas y adolescentes en situación de discapacidad.
El problema se centra en que el “medio” para lograr mantener esta tremenda obra es un show televisivo que vulnera y continúa estigmatizando a las personas con discapacidad, manteniéndolas en un paradigma añejo donde esta comunidad sigue siendo vista como sujetos de caridad y lástima. Algo que lamentablemente no solo sucede hacia las personas con discapacidad, sino también, en el tratamiento comunicacional que se le da a las distintas causas sociales y comunidades con barreras de acceso donde somos movilizados(as) y actuamos en base a testimonios rogativos que impactan de manera superficial y perpetúan la desigualdad y acrecientan la discriminación.
Creemos que como sociedad, ya estamos preparados(as) para lo importante y urgente que es transitar hacia un nuevo paradigma anclado a la inclusión real y que no mira a las personas con discapacidad como personas desvalidas que solo requieren de ayuda y recursos, sino como lo establece la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad del año 2006 y ratificada por Chile el año 2008, donde se establecen como sujetos de derecho, que requieren ser incluidos(as) en la sociedad en igualdad de oportunidades y condiciones y en todos sus ámbitos: laboral, social y recreacional.
No verlo desde este sentido, es de alguna forma, aplaudir la discriminación, segregación y pensar que incluir es sinónimo de hacer un favor. Es donar un poco de dinero a una institución y dormirnos felices, pensando erradamente que así estamos construyendo una sociedad más justa, inclusiva y equitativa.
Como fundación, apoyamos el último informe del año 2016 emitido por Naciones Unidas hacia Senadis, respecto al cumplimiento de Chile a lo establecido en la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. En este documento se entregaron varias recomendaciones, llamando a renovar los compromisos adquiridos para velar por la inclusión socio laboral de las personas con discapacidad. Asimismo, se manifiesta la preocupación de que se destinen fondos públicos al financiamiento de organizaciones privadas que se dedican a la rehabilitación física de niños y niñas con discapacidad en ausencia de fiscalización, y que los servicios ofrecidos por tales organizaciones no sean universales.
Respecto a las observaciones hechas por ONU, quisiera detenerme aquí: “Al Comité le preocupa que los esfuerzos del Estado parte para combatir los prejuicios y estereotipos negativos de las personas con discapacidad continúan siendo insuficientes, dada la existencia de campañas públicas como Teletón, receptora de fondos públicos, que refuerzan el modelo asistencialista hacia las personas con discapacidad”.
Consideramos que el Estado debiera ser garante de la accesibilidad y a su vez proveer el proceso de rehabilitación integral para niños, niñas, adolescentes y también adultos(as) con discapacidad, ya que su continuidad no puede estar supeditada a la donación que año a año realizan privados.
Chile necesita urgentemente avanzar en garantizar y resguardar derechos, para no seguir dependiendo de un financiamiento voluble donde se expongan las vidas e historias de personas con el fin de dar sustento a una prestación integral que debiese ser constitutiva de derecho y para quienes lo requieran, sin importar tipo de discapacidad como también su edad.
Como fundación hacemos un llamado a unirnos ya no sólo un par de días, sino, todo el año y desde todos los sectores para trabajar en un verdadero pacto por la inclusión de comunidades con barreras de acceso, principalmente personas con discapacidad.
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