Estephanie González, Subgerente de Desarrollo de Productos
Chile está siendo testigo y protagonista de una nueva realidad medioambiental. Hoy enfrentamos unos de los peores escenarios de escasez hídrica, que ha obligado a diversas regiones del país a implementar medidas como el racionamiento de agua, afectando la calidad de vida de millones de chilenos. De hecho, según los últimos informes del IPCC, Chile se sitúa como el primer país en liderar la crisis hídrica en Latinoamérica.
El diagnóstico es claro y llegó el momento de buscar soluciones. Y tal como alienta la ONU a través de la campaña “Sé el cambio”, en VOLTA estamos convencidos que la industria de los residuos tiene mucho que aportar, desarrollando nuevas alternativas prometedoras que generen agua recuperada a partir de la valorización de residuos. Es así como desde hace algunos años hemos impulsado diversos proyectos para hacer de la gestión de residuos una fuente de desarrollo sostenible.
En primer lugar, es importante entender que el agua recuperada no es simplemente agua residual, sino que se trata de un recurso valioso que puede ser tratado y utilizado en diversas aplicaciones, como el riego de cultivos, humectación de caminos y reutilización en procesos industriales. Además, la valorización de este recurso tiene la ventaja de que se puede obtener agua de calidad constante y predecible, lo que no siempre es posible con otras fuentes de agua.
Dos soluciones concretas que estamos potenciando en VOLTA apuntan a la recuperación de agua a partir del aprovechamiento de los residuos como materia prima son: las plantas de tratamiento de residuos industriales líquidos (RILes) y la biodigestión anaeróbica.
Contamos con una planta de tratamiento de RILes única en su tipo en la Región Metropolitana que permite generar agua a partir de residuos líquidos orgánicos y aguas grasas provenientes de diferentes actividades industriales. A través de procesos de filtración, sedimentación y tratamiento químico con inyección de aire, se puede valorizar el 95% del RIL ingresado obteniendo como resultado grandes cantidades de agua en calidad de riego bajo la normativa actual.
Por otro lado, la biodigestión anaeróbica es un proceso biológico en el que los microorganismos descomponen la materia orgánica en ausencia de oxígeno, produciendo biogás y un efluente líquido rico en nutrientes. Este efluente puede ser tratado posteriormente para su uso como fertirriego en zonas de escasez hídrica. Además, el biogás producido puede ser utilizado como fuente de energía renovable para dar una solución más sostenible al tratamiento de lodos provenientes de procesos sanitarios y orgánicos.
Ambas soluciones tienen el potencial de contribuir significativamente a la recuperación de agua, a reducir la presión sobre las fuentes de agua dulce y a mitigar los impactos ambientales del uso de este recurso. Sin embargo, es importante destacar que su implementación requiere de la promoción de políticas públicas que fomenten su desarrollo y uso responsable. Además, es fundamental involucrar a la comunidad en el proceso, garantizar la transparencia y la participación en la toma de decisiones relacionadas con el uso de agua recuperada a partir de residuos.
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