Dr. Juan Pablo Díaz Fuenzalida / Académico Derecho Constitucional / U. Autónoma de Chile
Una Constitución debe ser de amplias mayorías, no solamente en relación a quórums de aprobación circunstanciales, sino que también contenga distintas visiones políticas. En efecto, gran parte del borrador de Nueva Constitución ha sido elaborado excluyendo a varios colectivos políticos, preocupándose en la aprobación de normas por los porcentajes exigidos más que en la búsqueda de acuerdos transversales.
Es por ello que una serie de encuestas evidencian, pese al repunte de la opción apruebo, un país dividido y un descontento con el producto del borrador de Nueva Constitución. Tanto es así que tan sólo el 11% está por aprobar el texto sin modificaciones, algunos sugieren rechazar para reformar la actual y otros aprobar para reformar, es decir, expresan que el “borrador” de Nueva Constitución es precisamente eso, un borrador, algo que no está precisamente terminado.
Ya sea que gane la opción apruebo o rechazo, si no obtiene un amplio porcentaje, tanto de participación como de tendencia, el proyecto de Constitución que se presente a la ciudadanía no cumplirá con lo que debe ser efectivamente la Nueva Constitución de Chile.
Rescatando algunos aspectos positivos del actual proceso constituyente debiésemos, además, integrar la experiencia de otros países en que el porcentaje de aprobación por parte de la ciudadanía ha sido alto, me refiero, por ejemplo, al caso de España. En el proceso español hubo participación y acuerdo de las diversas fuerzas políticas, lo que generó un alto porcentaje de aprobación ciudadana. Se comenzó con siete ponentes, tres por parte de Unión de Centro Democrática (UCD), uno por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), uno por el Partido Comunista de España (PCE), uno por Alianza Popular (AP) y uno por Minoría Catalana. Posteriormente fue aprobada por las Cortes Generales en sesiones plenarias del Congreso de los Diputados y del Senado. En el Congreso los resultados de la votación fueron los siguientes: 325 a favor, 6 en contra y 15 abstenciones. En el Senado, de 239 asistentes, votaron a favor 226, en contra 5 y las abstenciones fueron 8. Y fue ratificada por el pueblo español en referéndum de 6 de diciembre de 1978 con el 88,4% de votos afirmativos.
En definitiva, el borrador de Nueva Constitución está lejos de cerrar el proceso constituyente. No obstante, puede servir de insumo para considerar algunas ideas y propuestas, al igual que las iniciativas ciudadanas que han sido descartadas en el proceso constituyente. Chile merece una Nueva Constitución que sea producto de un gran acuerdo nacional, que obtenga una aprobación ciudadana amplia, que genere estabilidad al texto constitucional como al país. De lo contrario, la cuestión constitucional seguirá vigente, una vez más, y con razón.
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