Mauricio Muñoz / Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales / Analista del Observatorio Laboral de O’Higgins
El empleo en la región de O’Higgins está fuertemente marcado por la estacionalidad. Es decir, la cantidad de personas ocupadas varía, aumentando o disminuyendo, según la etapa del proceso productivo, período o estación del año. Si bien esta variación afecta de forma diferenciada a los distintos sectores que conforman la matriz productiva regional, la tendencia general es que la tasa de empleo aumente en la temporada estival y se contraiga en los llamados “meses azules” de invierno.
Las excepciones que no alcanzan a revertir la tendencia general se pueden observar en los rubros de Industria, Enseñanza y Minería, sectores que disminuyen la cantidad de ocupados los meses de verano y aumentan, quizá discretamente, durante el resto del año. En el caso de la Industria, que entre los años 2013 y 2021 empleó en promedio a 43.946 personas, el sector muestra una variación positiva durante los meses de invierno, aumentando unos 2.200 puestos de trabajo. La Enseñanza, cuyo promedio de trabajadores es de 34.371, crece en alrededor de 3.500 ocupados. Y la Minería, con 18.575 ocupados promedio para el período antes indicado, en los meses centrales aumenta su dotación en cerca de 2.000 puestos de trabajo, para luego decaer en verano.
Por otro lado, los sectores que varían positivamente entre noviembre y enero, para luego descender el resto del año, son la Construcción, con una fluctuación aproximada de 2.500 puestos de trabajo promedio; el Comercio, con una oscilación cercana a las 6.000 ocupaciones; y el Silvoagropecuario que, por su relevancia para la región, a continuación, lo abordaremos de forma específica.
El Agro, después de la Minería, es el sector de mayor contribución al PIB regional, con $909 miles de millones durante el año 2020. Al mismo tiempo, es el sector productivo que más empleo genera, con un promedio de 85.725 trabajadores entre los años 2013 y 2021. Sin embargo, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) 2020, el Agro es una de las actividades que peor remunera, alcanzando un promedio de $416.443 líquidos mensuales, incluso inferior al promedio regional de $508.504 que, al mismo tiempo, es el quinto más bajo del país. La estacionalidad del empleo en este sector responde a una estrepitosa caída en los meses centrales. Si en enero, ocupa 100.954 personas promedio, en junio estos puestos descienden a 72.226, un desplome de más de 28.000 ocupaciones en cinco meses, que impacta fuertemente en el empleo regional y, por supuesto, en la estabilidad material de sus habitantes.
El sector Silvoagropecuario tiene múltiples desafíos, algunos están asociados a la necesidad de un mayor uso de tecnología pensando en los retos que impone el cambio climático, también, a la posibilidad de complejizar sus procesos, a la tecnificación de sus trabajadores, así como al incremento de los niveles de sindicalización y el poder de negociación de estas organizaciones sindicales. Por otro lado, la informalidad y la precarización laboral son dos grandes problemas que afectan a los trabajadores del Agro y que necesariamente se deben resolver avanzando en medidas que promuevan el Trabajo Decente en las faenas. Aquí hemos destacado aquellos desafíos asociados a las condiciones laborales y salariales de sus ocupados, así como, y sobre todo, al carácter temporal de las contrataciones que se explican por la fluctuación en la demanda estacionaria de fuerza de trabajo. Al respecto de esto último, las políticas en materia de capacitación pueden ser una herramienta que permita orientar el desarrollo de competencias transversales en los trabajadores, considerando las diferentes necesidades sectoriales y territoriales, con el objetivo de que las personas puedan acompañar laboralmente la flotabilidad de los empleos inherente a la matriz productiva regional que, como se puede ver, necesariamente exige ser repensada.
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