Por: Esperanza Faúndez Escandor / Directora de carreras del área Ciencias Sociales / Instituto Santo Tomás, sede Rancagua
Se consideran personas mayores, aquellas cuya edad es de 60 años y más. En nuestro país, se espera para el 2035, un importante aumento de este grupo etario, que se compondrá de casi 4 millones de adultos, equiparando a la población infanto juvenil, mientras que las cifras mundiales de CEPAL nos dicen que para el 2030, se prevé que el número de personas de 60 años o más aumentará en un 38%, de mil millones a 1,4 mil millones, superando en número a la juventud a nivel mundial.
Es en este escenario y a propósito del Día mundial de toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez – fechado para el 15 de junio y que tiene como objetivo reflexionar sobre el bienestar de las personas mayores – es que es muy necesario velar y repasar algunos elementos que siguen siendo aún desafíos para la sociedad civil, las instituciones y sus profesionales.
No podemos olvidar que la pandemia Covid-19 dejó una brecha en la comunicación de las personas mayores. El uso de la tecnología, lamentablemente, no está democratizado para todos los grupos humanos, lo que deja a las personas mayores, y sobre todo las personas mayores pobres, en un estado de vulneración, vulneración que no sólo es económica, sino que también social y de acceso.
En materia de salud pública, es relevante reforzar los dispositivos de salud, mejorar el acceso oportuno, la calidad y la preparación de los y las profesionales en esta materia. Sin duda, la inyección y priorización de recursos siempre serán temas por trabajar.
La salud mental de las personas mayores debe ser un tema de todos y todas, mejorar el acceso y las instancias de escucha activa, procesos de democratización y participación social, en donde las personas mayores puedan ser protagonistas, resultan en los tiempos actuales, inherentes a nuestros procesos como país, como seres humanos. Se construye presente, en la medida en que consideramos el pasado, la historia, los aprendizajes y herramientas que puedan aportar todos los miembros de una sociedad y no sólo las personas jóvenes. De lo contrario, incurrimos en situaciones de maltrato, de vulneración, entendiendo que los abusos, no sólo se dan en ámbitos económicos, sino que también de salud, de satisfacción de necesidades básicas, de acceso, y de metacognición.
Para lograr lo anterior es necesario un trabajo en red, con las instituciones, pero también con la sociedad civil, con aquellas organizaciones comunitarias, que nos permitan a todos, como sociedad, integrar una conciencia de cuidado, de respeto, de integración de conocimientos, de ver a las personas como sujetos de derecho, activas dentro de su proceso de cambio, en donde las nuevas generaciones, puedan visibilizar una cultura intergeneracional, de integración, de cuidados y de protección. Sólo así conseguiremos la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez.
- 0
- 0
- 0
- 0
- 0
- 0