Por: Marcelo Trivelli, Fundación Semilla
La violencia pasó de ser un tema valórico a ser un arma política. Estamos en presencia de una escalada de acusaciones que pretenden descalificar al adversario por no condenar la violencia. Estamos perdiendo el rumbo y reducir el debate en torno a la violencia a la dicotomía de aprobar o condenar sólo nos conducirá a mayor división y violencia porque no es lo mismo entender que justificar la violencia.
Quienes creen que la condena a la violencia traerá el fin de ella, se equivocan. Es necesario, pero está lejos de ser suficiente. Violencia trae consigo más violencia. Se puede saber dónde comienza, pero nunca se sabe cuál será el desenlace.
En Fundación Semilla que trabajamos en temas de convivencia, ciudadanía y violencia, definimos esta última como: el abuso de poder para dominar, someter, imponer, subyugar, humillar, vencer, oprimir, doblegar, ofender, degradar, denigrar, deshonrar, menoscabar, discriminar…. a otra persona o grupo de personas.
Esperar que una víctima, herida en su dignidad y vulnerada en sus derechos, ponga la otra mejilla, es utópico. La violencia es una realidad multidimensional y solo seremos capaces de frenar la espiral de violencia si logramos entender sus causas y empatizar con las víctimas. Y cuando digo víctimas, me refiero a todas las víctimas. No podemos dejar ninguna víctima invisibilizada ni en el camino del olvido. No hay víctimas de primera, segunda o tercera clase, todas son víctimas iguales en derecho y dignidad.
Rara vez la violencia física es un acto aislado. No basta con ver y analizar ese solo hecho. Emitir una opinión solo basada en una foto y no en la película entera es una irresponsabilidad porque, la foto que se muestra, desconoce el encadenamiento que derivó en ella.
Perder la dimensión valórica de la violencia y utilizarla como herramienta para obtener ventaja política, en nada contribuye a quebrar su encadenamiento. Más aún, exacerba el debate, se pierde el foco alejándose del camino del encuentro. Es muy destacable que entre las y los constituyentes hayan surgido liderazgos con el coraje de ir por el camino difícil del encuentro y la pacificación de los espíritus
Son personas que antes de criticar o emplazar a otros en el ámbito de la violencia, están haciendo un esfuerzo por construir comunidad en que nadie sobre. Han sido capaces de superar el individualismo que tanto daño nos está haciendo. Escuchan para entender y aprender y no para responder sin reflexionar.
Son ejemplo y se están ganando un reconocimiento a pesar de lo polarizado que está el ambiente político porque la ciudadanía quiere vivir en paz, que sabe muy bien que hacer el esfuerzo por entender no es lo mismo que justificar la violencia.
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