Marcelo Trivelli, Fundación Semilla
Después de las vacaciones escolares, niñas, niños y jóvenes regresan a la escuela con alegría del reencuentro con sus pares y de enfrentarse a la curiosidad de lo nuevo. Estamos observando lo mismo en los intermitentes retornos después de periodos de cuarentena debido a la pandemia. Lamentablemente, la alegría del primer día de clases se apaga rápidamente en un sistema de educación que no privilegia la educación socioemocional ni el pensamiento crítico.
La educación socioemocional y el desarrollo del pensamiento crítico no son pilares relevantes de la educación. Por ellos, muy pocos dieron importancia a estos aspectos en la reconversión de la enseñanza presencial a la modalidad a distancia.
Los resultados del estudio: “Impacto en la Salud Mental de Preescolares y Escolares Chilenos Asociado a la Cuarentena por COVID-19”, realizado por académicas del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Norte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, muestran que, si los síntomas asociados a una mala salud mental eran preocupantes en situación de educación presencial, hoy son alarmantes. La línea base en situación de presencialidad mostraba que la irritabilidad y mal genio alcanzaba 56%, el no obedecer a 57% y cambios en el apetito a 51% mientras que, durante la pandemia, estos alcanzaron 72%, 71% y 73% respectivamente.
Lo importante ahora es hacerse cargo del daño socioemocional de estudiantes, independiente de si es causado por la educación en el aula o por la educación de forma remota.
La educación socioemocional no es una asignatura por si misma. Es, según la definición del Ministerio de Educación, el proceso mediante el cual niñas, niños y jóvenes adquieren y desarrollan conocimientos, habilidades y actitudes que les permiten lograr el autoconocimiento, comprender y autorregular las emociones y su expresión, motivarse para establecer y alcanzar objetivos positivos, empatizar con los demás, construir y mantener relaciones positivas, tomar responsablemente sus decisiones y manejar de manera efectiva situaciones desafiantes.
Si bien, existen buenas intenciones y un buen marco conceptual que lo avala, el sistema no cuenta con herramientas pedagógicas que apoyen la labor docente. Se les traspasa una gran responsabilidad a los profesionales de la educación, pero sin instrumentales para lograrlo.
Para llenar ese vacío, en Fundación Semilla hemos concentrado esfuerzos en desarrollar herramientas pedagógicas basadas en metodologías lúdico participativas en formato físico (juegos de mesa) y formato digital (app web) con excelente aceptación y utilización para lograr los objetivos de la educación socioemocional, además de hacerlo de manera entretenida.
Profesionales de la educación muestran a diario su compromiso con las y los estudiantes y están conscientes de la necesidad de profundizar la educación socioemocional y, abiertos, disponibles y ansiosos para innovar e incorporar nuevas metodologías pedagógicas.
Esperamos que los aprendizajes que nos ha dejado la pandemia en educación se internalicen y podamos reorientar los objetivos educacionales para lograr que la alegría del primer día de clases no se apague rápidamente tal y como sucede hoy.
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