El pasado 25 de mayo, Puerto Varas vivió lo impensado: un tornado de categoría EF-1 arrasó con techos, casas y la tranquilidad de una ciudad que no está acostumbrada a este tipo de eventos. Más de 250 viviendas dañadas, más de 300 personas damnificadas. Pero lo que parecía una simple “anomalía climática” empieza a levantar sospechas.
¿Fue un fenómeno natural… o un experimento climático a gran escala?
Por años se ha hablado del proyecto HAARP y su supuesta capacidad para manipular el clima desde instalaciones en Alaska. ¿Y si esa tecnología ya no es exclusiva de Occidente? ¿Y si Oriente, con su silenciosa pero implacable expansión tecnológica, ha empezado a jugar con las nubes, los rayos… y los tornados?
China no solo fabrica autos, celulares y satélites. También controla supercomputadoras capaces de simular y alterar modelos climáticos. ¿Quién puede asegurar que no están probando sus capacidades sobre territorios “discretos” como Chile, donde el debate ambiental se limita a repetir la frase “cambio climático” como si fuera una respuesta sagrada, sin hacerse preguntas incómodas?
¿Y si este fenómeno no fue casual? ¿Y si estamos siendo utilizados como campo de pruebas por superpotencias que juegan a ser dioses del clima?
Latinoamérica, con sus recursos y su ubicación estratégica, podría estar siendo observada no como socia… sino como laboratorio.
La pregunta ya no es si la tecnología puede manipular el clima.
La verdadera pregunta es:
¿Estamos frente a una nueva guerra silenciosa entre potencias, donde las armas ya no son bombas… sino tormentas?
Editorial RancaguaTV
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