- Sumándose a la preocupación creciente por la seguidilla de episodios violentos suscitados al interior de colegios y liceos del país, el HRLBO entrega recomendaciones para promover la salud mental y prevenir a tiempo este flagelo.
Rancagua, 03 de mayo de 2022.- “El bullying se refiere a todas las formas o acciones agresivas, caracterizadas por ser intencionadas y perpetuadas en el tiempo”, así lo describe Claudia Miqueles, psicóloga infantil del Centro comunitario de Salud Mental Familiar Sur (COSAM) del Hospital Regional del Libertador Bernardo O’Higgins (HRLBO), quien a la postre de la escalada de violencia que ha venido marcando a los distintos establecimientos de educación chilenos en estos últimos meses, subraya, “generalmente comienza con burlas, que luego se intensifican, trascendiendo al maltrato, desarrollándose en espacios como aula, pasillos, baños, patio, fuera del establecimiento y a través de redes sociales con el nombre especifico de ciberacoso”.
En esa misma línea, la especialista del HRLBO sostiene que el fenómeno clasificado en ataque físico, verbal, social y ciberbullying, cuyo origen se estrecharía con la frustración y la reproducción de prácticas agresivas observadas -como testigo o víctima- al interior del seno familiar, con poca moderación o represión de respuestas negativas, se ha visto incrementado en los colegios particularmente, con gran cantidad de casos reportados, lo que aumentaría también la preocupación en el ámbito de la salud mental, en cuanto a cómo hacer frente a los casos de violencia, los que según datos entregados por la ONG Bullying sin fronteras, llegaron a registrar 5.934 casos graves entre los años 2020 y 2021 en Chile.
Pero, ¿qué advierte que un menor de edad está siendo víctima de bullying?
Para la fonoaudióloga Karina Lara, de COSAM SUR del HRLBO existen una serie de señales inquietantes, que dan luces de la presencia de bullying al interior de los recintos escolares, como son la aparición de lesiones físicas inexplicables, los cambios en la funcionalidad del niño o adolescente, el deseo de evitar situaciones sociales, la disminución de la autoestima, el repentino aislamiento social, rechazo escolar, además del incremento en la irritabilidad frente a temáticas escolares. A lo que se agrega, “hay señales que ayudan también a detectar a quien lo ejerce, como son el aumento de reportes en que se evidencian conductas agresivas hacia otros, además, su participación en agresiones físicas o verbales en contra de otras personas”.
¿Cómo abordar el problema en colegios y liceos?
La psicóloga de COSAM Sur, Claudia Miqueles, manifiesta que existen fórmulas que ayudarían a hacer frente al fenómeno en el ámbito escolar, “el acoso escolar o bullying, es un fenómeno social, debemos prevenirlo considerando estudiantes, docentes y familias, traspasando el problema al contexto comunitario. Siendo así, se debe reforzar los protocolos de convivencia escolar como elementos preventivos, promotores también de ambientes sanos. Por otra parte, es importante implantar programas de prevención que eviten que ocurran hechos de este tipo, capacitar asimismo a las comunidades educativas sobre las necesidades actuales de niños y adolescentes.
¿Qué pueden hacer las familias?
La familia es una agente de prevención de bullying, representan un apoyo emocional incondicional. La fonoaudióloga del HRLBO en ese aspecto recomienda que, “los familiares se involucren en el problema para favorecer espacios de comunicación positiva en el hogar”, los que potenciarían en los afectados la seguridad y la confianza en sí mismos, como explica Lara.
En el ejercicio diario de la labor en el Centro Comunitario, tanto Miqueles como Lara, sostienen finalmente, que han observado mayor concurrencia hasta COSAM de padres de afectados y víctimas, que consultan en el evento de haber sido parte de estas agresiones directa o indirectamente. La psicóloga infantil afirma que “con el retorno a clases presenciales, las consultas en salud mental por casos de acoso escolar se han incrementado, en consecuencia, al periodo prolongado de encierro, la disminución en la interacción social y remplazo de aparatos tecnológicos como medios de interacción” elementos que amplían la preocupación y en donde se debe trabajar en conjunto.
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