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Fundación Semilla

  • AÑO 2020 MARCÓ EL FIN DE UNA ÉPOCA

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    El año 2020 será recordado como un punto de inflexión en la historia de la humanidad. No es exagerado afirmar que el año que termina marcó el fin de una época.  


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    Por Marcelo Trivelli, Presidente Fundación Semilla

    En el mundo globalizado, las amenazas son también globales. La crisis sanitaria provocada por el covid-19, ha dejado de manifiesto que, si queremos sobrevivir a las amenazas del presente, debemos cambiar drásticamente los pilares culturales, políticos, económicos y sociales sobre los que está cimentada nuestra civilización. El año 2020 fue una ocasión extraordinaria para darnos cuenta que el camino que estábamos transitando, nos llevó directamente al fin de una época. 

    Las democracias han sido incapaces de dar respuesta política a la pandemia. El populismo define la agenda pública de gobernantes en muchos países. Desprecian la cooperación al igual que a las instancias multilaterales, que tampoco han respondido adecuadamente al rol que los países le han asignado. El ámbito político parece responder más de prisa ante presiones de grupos de interés que ante la búsqueda honesta y profunda del bien común.

    Han quedado a la vista las desigualdades económicas entre países y dentro de los mismos. Un modelo económico que concentra riqueza en unos pocos en vez de compartirla entre quienes la producen, que consume recursos naturales no renovables y contamina el medio ambiente como si este fuera infinito, y que el crecimiento se sostiene manteneniendo en alto la fiebre del consumo.

    Una sociedad de masas que busca sobrevivir y alimentarse de consumos superfluos, que se estructura de forma segregada buscando la endogamia en vez de la diversidad y que, sin sentido crítico ni empoderamiento, es presa fácil de la narco cultura, de la violencia de género, del tráfico de personas, de los conflictos armados y de una proliferación de la delincuencia.

    Pero no todo está perdido. La misma pandemia que ha dejado al descubierto y visibilizado lo anterior, tiene una cara positiva que serán los pilares de la nueva época.

    Es la ciencia que ha vuelto a cobrar un rol preminente para recuperar el sitial que nunca debió perder al enfrentar a gobernantes soberbios y populistas. Es la economía de base que se ha organizado para proveer alimentación a sus comunidades y es la sociedad que ha abierto los ojos ante la injusticia y las desigualdades.

    En el trabajo que realizamos en Fundación Semilla constatamos que las juventudes, aun cuando están invisibilizadas y estigmatizadas por los medios de comunicación tradicionales, buscan y acceden, de la mano de las nuevas tecnologías, a conocimiento y cultura. Y, sobre todo, están empoderados para enfrentar el presente y dispuestos a contribuir en la nueva época bajo nuevos paradigmas. A pesar de todo, la actual generación de jóvenes es la más capaz, más preparada, más globalizada, más diversa, más crítica y más numerosa que haya existido en la historia de la humanidad. Niñas y niños que vienen detrás de ellos serán aún mejores.

    Es por todo lo anterior que el año 2020 es un punto de inflexión porque, dadas las circunstancias que se vivieron, marcó el fin de una época.

  • DESERTORES ESCOLARES, SOLDADOS DEL NARCOTRÁFICO.

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    • El Ministerio de Educación proyecta para el año 2021 que 268 mil niños, niñas y jóvenes no habrán completado su educación. En palabras simples: desertores escolares. Esta cifra es poco más de un 40% superior al número previo a la pandemia, que se estimaba en 186 mil.

    Por: Marcelo Trivelli, Presidente Fundación Semilla


    MARCELO TRIVELLILlama la atención que, al momento de realizar el diagnóstico de la deserción, se dan, como posibles causas, el trabajo infantil para apoyar en la generación de ingresos familiares, la debilitada salud mental del grupo familiar por el stress de la pandemia y la carencia de conectividad y medios tecnológicos para mantener la adhesión de niñas, niños y jóvenes a la escuela con clases a distancia.

     

    Pero claramente estas no son las únicas causas. Si esas niñas, niños y jóvenes no van a la escuela, entonces cabe preguntarse: ¿Dónde van? Muchos son reclutados por el narcotráfico como soldados que mueven droga y defienden el territorio. La narco cultura compite con ventaja respecto de la escuela. La cultura narco ofrece un relato de largo plazo con una promesa de bienestar económico, identidad y reconocimiento. Sobre todo, ofrece una oportunidad real de ascenso social en un grupo de pertenencia y de protección recíproca. Y todo lo anterior acompañado de adrenalina.

     

    ¿Puede la escuela actual competir con las bandas narco? La respuesta es no. No puede competir porque la escuela, como vehículo de política pública para cumplir con la promesa de la meritocracia, resulta ser una estafa. El sistema educacional no cumple con su promesa básica de ser igual y de calidad para todas las niñas, niños y jóvenes. En general, es aburrida y carente de adrenalina.

    Las desigualdades e inequidades de la sociedad chilena que, en el ámbito de la educación, son aún más acentuadas, han estado siempre a la vista para quien las quiera ver y reconocer. Pero normalizadas para la mayoría de la sociedad; incluso para quienes son parte del sistema educacional. Este año 2020, producto de la pandemia y la suspensión de clases presenciales, los medios de comunicación han puesto mayor atención en la educación y han subido a la pantalla y escrito en titulares la cruda realidad de millones de niñas, niños y jóvenes que reciben una mala educación, o simplemente, que no la reciben.

    Ya lo hemos dicho antes y seguiremos insistiendo. Fundación Semilla, plantea el desafío que en el 2021 nos aboquemos a consensuar una “nueva escuela”. La escuela, tal como la conocemos cumplió un rol durante el siglo XX, pero claramente está desactualizada y no es capaz de responder a los desafíos del siglo XXI. Poner más énfasis en lo socioemocional que en las materias tradicionales, incluir las tecnologías de información al sistema, dimensionar comunidades educativas a escala humana e integradas al territorio, educación no sexista, adopción de metodologías innovadoras como por ejemplo las lúdico participativas y un nuevo rol de profesores jefes, son lagunas de las características de la “nueva escuela”.

    Si no somos capaces de renovar la escuela, las bandas narcos reclutarán entre las niñas, niños y jóvenes desertores para que asuman como soldados del narcotráfico. Aún es tiempo para evitarlo, pero cada vez será más difícil ganarle a la cultura narco.

  • LA DIGNIDAD COMIENZA A HACERSE COSTUMBRE

    La dignidad comienza a hacerse costumbre

    Por: Marcelo Trivelli, Fundación Semilla


     

    La dignidad comienza a hacerse costumbre marcelo trivelliLa instalación de la Convención Constituyente, conformada por 155 hombres y mujeres elegidos democráticamente, fue un logro que muchos soñamos, pero pocos nos imaginamos que pudiera ser realidad cuando marcamos el voto con AC en las elecciones del año 2013. Además de ser un hecho político de gran relevancia, es la manifestación de un cambio de paradigma en el cual la dignidad comienza a hacerse costumbre.

     

    La dignidad, entendida como la “cualidad de la cosa que merece respeto” se personalizó en todos quienes dijeron si al aceptar el mandato y la responsabilidad de ser constituyentes y no en los símbolos patrios consagrados en el artículo 2° de la Constitución, ni en lo que representa el edificio del ex Congreso Nacional. 

     

    Si bien en la conformación de la Convención hay quienes son parte de las élites que han gobernado Chile y que romantizan ciertas causas, pero que no las viven en carne propia, el domingo se visibilizaron las y los constituyentes que han sido discriminadas, marginadas, abusadas, humilladas por su etnia, género, edad, lugar del territorio en que viven o situación socioeconómica. 

     

    Para mí, la imagen que quedará grabada en mis recuerdos es aquella en que en primer plano está Elisa Loncón, recién nombrada presidenta de la Convención Constitucional, comenzando a hablar en mapuzungún mientras en segundo plano está Gloria Valladares, encargada de velar por la correcta instalación de la Convención, quien la mira con respeto, serenidad y, me atrevería a decir, también con regocijo. 

     

    La solemnidad de la ocasión y el respeto a símbolos identitarios es el comienzo de un proceso en que la dignidad comienza a hacerse costumbre. Nada puede compensar el daño causado, pero es un primer paso el reconocer, respetar y valorar la diversidad. 

     

    Aquellos que continúen mirando y actuando desde la cultura de la supremacía racial, patriarcal o económica serán cada vez menos y si hoy aún les queda espacio para vociferar, insultar, desafiar y descalificar, pasarán a la irrelevancia completa porque Chile cambió. 

     

    El liderazgo de la Convención Constitucional fue entregado a Elisa Loncón, una persona digna de ejercer dicho cargo. Sus palabras fueron de unidad: “la fuerza que nos dieron es la fuerza para todo el pueblo de Chile”; de inclusión: “Estamos instalando aquí una manera de ser plural, una manera de ser democrático, una manera de ser participativo”; y también compartió el sueño de sus antepasados: “Hermanas y hermanos es posible refundar este Chile, establecer una nueva relación”. Un discurso de mucho contenido y sentido común, libre de odiosidades y de violencia. Su propia dignidad se vio reforzada por su expreso respeto a todas y todos los habitantes de nuestra tierra.

     

    Lo que mejor ejemplifica la transformación que está sucediendo en nuestra sociedad es lo que escribió Daniela Millaleo Montano (@DanielaMillaleo) en su cuenta de Twitter: “algún día mi hija en su primer día de clases dirá: “Me llamo Rayen Cayul Millaleo y soy mapuche” con la frente en alto y orgullo ancestral. Y no como su madre que solo dijo Daniela en ese primer día de clase por miedo que la molestaran y le dijeran India. Esos días ya terminaron”.

     

    Esos días están terminando para Rayen y su familia, así como para millones de chilenas y chilenos discriminados por prejuicios histórico-culturales, pero aún queda mucho por hacer y en Fundación Semilla estamos orgullosos de seguir colaborando para que la dignidad continúe haciéndose costumbre.

  • UN VIOLADOR EN TU CAMINO: ¿SERÉ YO?

     

    Un violador en tu camino Seré yo

    • Hoy  25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer y también el primer aniversario de la presentación de Un Violador en Tu camino, creado por el colectivo Las Tesis y hoy convertido mundialmente en el himno feminista. Al escucharlo y reflexionar sobre la violencia contra la mujer, a los hombres, cabe preguntarnos: ¿Seré yo?

    Un violador en tu caminio Seré Yo Por Marcelo Trivelli

    Columna por: Marcelo Trivelli, Presidente de Fundación Semilla

    Un Violador en tu Camino tuvo el mérito de interpretar el sentir de millones de mujeres sometidas a una violencia normalizada y muchas veces invisibilizada producto de la cultura patriarcal predominante. “Y la culpa no era mía, ni donde estaba ni como vestía” fue un grito de liberación de la culpa que la sociedad les hacía sentir al atribuirle la responsabilidad de la violencia machista.

    En el trabajo de prevención de la violencia de género en contextos escolares que realizamos en Fundación Semilla nos encontramos con adultos que transmiten la cultura patriarcal, pero que están abiertos, la mayoría de las veces, a aceptar que hay otros caminos. Uno de los casos que usamos para ilustrar esta situación es el de una joven que, estando sentada en el patio durante el recreo, fue encarada por un profesor quien le dijo: “¡Siéntese como señorita!”. “¿Qué significa eso profe?” fue la inmediata respuesta de la estudiante, a lo que el docente respondió: “junte las piernas que se le ven los calzones”. Incrédula, la joven miró al profesor directamente y sentenció: “Profe, el problema es suyo que me anda mirando y no mío”. Claramente el problema no era de ella, ni donde estaba, ni cómo vestía, sino que era de su profesor criado y educado en una cultura machista. Para el profesor bastó que su alumna le hiciera el punto para reflexionar y comenzar un proceso de cambio.

    Ha habido progresos, sin embargo, aún falta un largo camino que recorrer. Escuelas, liceos y colegios no están preparados para prevenir violencias de género en contextos escolares.  Esta semana, Fundación Semilla, hizo público los primeros resultados de un estudio realizado a solicitud del INDH (Instituto Nacional de Derechos Humanos) sobre experiencias, percepciones y actitudes sobre la violencia de género entre adolescentes escolares en todo Chile. 

    Los resultados más destacadas de este estudio, que encuestó a 1.095 estudiantes, una muestra representativa de Chile,  señalan que más de la mitad de los y las estudiantes que recurren a las instancias institucionales para denunciar violencia y/o discriminación aseguran que no se tomó medida alguna para abordar su situación; ser mujer, duplica las posibilidades de recibir violencia sexual respecto de los hombres y que uno/a de cada cinco estudiantes nunca ha recibido clases de educación sexual, mientras que para el resto, la educación sexual que reciben es poca y con carácter, básicamente, biológico.

    Una de las conclusiones derivadas de los datos que llaman la atención, es el tipo de masculinidad construida por varones que se declaran heterosexuales, principalmente porque son el grupo que más declara ejercer violencias y acciones de discriminación contra las mujeres y contra los jóvenes de la diversidad sexual; no se dan cuenta de las violencias que ocurren a su alrededor ni tampoco las perciben como tales. Son conductas que están absolutamente normalizadas y el sistema educacional no es capaz de reconocerlas como una anomalía, ni menos de tomar acción para prevenirlas o enfrentarlas.

    La cultura patriarcal está tan arraigada en nuestra sociedad que hay muchas conductas que los hombres simplemente no vemos y por ello siempre cabe preguntarse: ¿Seré yo?

  • VIOLENCIA CONTRA LA MUJER: AUMENTAN LLAMADOS, DISMINUYEN DENUNCIAS.

    VIOLENCIA CONTRA LA MUJER AUMENTAN LLAMADOS DISMINUYEN DENUNCIAS

    Por: Marcelo Trivelli, Presidente Fundación Semilla


    Durante el año 2020 las llamadas al número de orientación y ayuda del Ministerio de la Mujer, 1455, aumentaron un 148% en comparación con el año anterior; mientras los llamados al número familia 149 de Carabineros también aumentaron un 97% comparado con el 2019, mientras que las denuncias en las policías y el ministerio público más la flagrancia disminuyeron en un 6,9%, según informaron la ministra de la Mujer y Equidad de Género, junto a la Subsecretaría de Prevención del Delito. Ante esta realidad debemos preguntarnos: ¿qué hacemos con esta información?

     

    La cantidad de llamados efectuados durante 2020 no fue entregada, pero estimaciones que realizamos en Fundación Semilla, basadas en cifras de años anteriores solicitadas por transparencia, nos señalan que el número de llamados durante el año anterior deben haber superado los 100 mil. Ante esta realidad cabe preguntarse, cuál fue la respuesta de las policías y las autoridades ante cada uno de estos llamados de auxilio. Lamentablemente la cantidad de operativos generados a partir de estos llamados telefónicos son muy reducidos. Y es en este punto donde se encuentra el cuello de botella en el combate de la violencia contra la mujer.

     

    Siete años tarda en promedio una mujer para denunciar violencia machista. Son siete años de sufrimiento, de “ires y venires” de sometimiento ante el poder económico, extorsión psicológica, amenazas y agresiones físicas. Es por ello que la responsabilidad de la denuncia no puede ni debe recaer en las víctimas. Es responsabilidad del Estado, a través de sus instituciones de seguridad pública y de protección, quienes tienen el deber de acudir inmediatamente ante una denuncia de violencia recibida. Desgraciadamente esto no es lo que sucede y, peor aún, no es fácil fiscalizar su actuar más allá de cifras que se entregan oficialmente. 

     

    Y esto no es propio de este gobierno, es propio de un Estado en que sus instituciones obstaculizan la fiscalización ciudadana como parte de una cultura de defensa corporativa.

     

    Es importante hacerse cargo de la actual violencia contra la mujer, pero también y muy importante es intervenir decididamente en la educación de niñas, niños y jóvenes para lograr un cambio cultural en la sociedad. La violencia contra la mujer comienza a muy temprana edad. En un estudio realizado por Fundación Semilla encontramos que más de un tercio de las violencias en contextos escolares son por causas de género, por ejemplo, por no responder a los estereotipos de hombre (macho, fuerte, agresivo, etc.) y mujer (femenina, débil, sometida, servicial, etc.). Y nuestra experiencia nos demuestra que sí es posible abrir los ojos de estudiantes y profesionales de la educación para comenzar desde la escuela una formación que vea situaciones que generan violencia que hoy están normalizadas.

    Las cifras entregadas por las autoridades son alarmantes y un llamado a la sociedad, incluidas a las instituciones del Estado, para reaccionar y tomar acción en la prevención y castigo de la violencia contra la mujer.