- Aproximadamente el 35% de las personas sobre 60 años está cuidando a otros, e incluso, sobre un 10% de personas mayores de 75 años cuidan a otros pares en situación de dependencia.
- Algunos padecen el Síndrome del Cuidador, cuadro que se manifiesta con cansancio físico y emocional.
- Subsidios, ayuda económica y comunitaria, son algunos de los planteamientos para ir en ayuda de este grupo de personas.
La necesidad de un efectivo apoyo a los cuidadores de adultos mayores que se encuentran inhabilitados ya se transformó en un debate parlamentario, luego de que en el Congreso se presentó una propuesta para remunerar con el salario mínimo a este grupo de personas. Esta urgencia se ha constatado no solo en el mundo político y desde la academia ya han surgido propuestas al respecto.
En tal sentido, la académica de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Talca, Carolina Riveros, recalcó la relevancia de poder contar con políticas públicas focalizadas en estas mujeres y hombres, muchos de los cuales ven afectada su salud mental producto de esta labor. La docente, quien es autora de la investigación “El maltrato estructural a personas mayores en Chile y la necesidad de formular un índice multidimensional”, sostuvo que es importante generar iniciativas en materia de la protección de quienes se encargan del cuidado de personas con discapacidad y también de quienes padecen todo tipo de dependencias.
“Como sociedad no hemos tenido respeto hacia los cuidadores, las personas pasan mucho tiempo con aquella en condición de discapacidad o con mayores en situación de dependencia, y por lo tanto se requiere el apoyo del Estado. Hay que considerar que las mujeres, en su mayoría y a lo largo de su vida, cuidan a sus hijos, parientes con discapacidad y posteriormente a personas mayores. Es fundamental, en ese sentido, que tengamos en consideración dos aspectos. En primer lugar, la situación de envejecimiento de la población, y en segundo lugar, la situación de la enfermedad de la demencia”, dijo la experta.
La académica de la UTalca sostuvo que las cifras indican que “aproximadamente un 35% de las personas sobre 60 años está cuidando a otros, e incluso, sobre un 10% de personas mayores a 75 años cuidan a hombres y mujeres en situación de dependencia. Por lo tanto, es muy necesario asumir medidas y políticas concretas al respecto”, enfatizó la docente.
Desde la psicología
Una opinión similar tiene la académica de la Facultad de Psicología de la UTalca, Natalia Uribe, quien resaltó que muchas de estas personas padecen además el denominado Síndrome del Cuidador, enfermedad que se manifiesta con una sensación permanente de estrés. “Esto ocurre cuando los cuidadores, a lo largo del tiempo, comienzan a dedicar su vida cotidiana solo al rol del cuidado. Eso es muy complejo porque la persona comienza a dejar de lado su propia vida, metas, desafíos y por supuesto, no hay descanso. Hay una tendencia permanente al cuidado del otro, me despierto con la preocupación sobre el cuidado del otro y me acuesto preocupado del otro”, añadió.
Junto al agotamiento emocional y físico, este cuadro se manifiesta con el aislamiento social de la persona, afectando a aspectos como la identidad, los desafíos personales y el descanso, esto último con implicancias precisamente en la supervisión de la persona que se tiene a cargo.
Favorecer a los cuidadores
La profesional indicó la necesidad de proteger a quienes realizan esta labor de cuidado de las personas mayores y con alteraciones degenerativas y progresivas, como el Alzheimer y el Parkinson. En este sentido, y al igual que la académica Carolina Riveros, sugirió la necesidad de políticas públicas. “Es decir, dar ciertos permisos especiales para el cuidador, destinados a salir antes del trabajo y permitir una conciliación real entre el mundo laboral y el cuidado. Por otra parte, sería recomendable que pudieran contar con apoyo psicológico, terapéutico y de soporte ante eventos de estrés y sobrecarga”, dijo.
Uribe agregó que un aspecto importante sería el apoyo social y comunitario desde el municipio respectivo, de manera que otras personas puedan acompañar al cuidador en la protección de la persona inhabilitada. “Dentro de lo que se ha podido establecer, cuando existe una mayor red de cuidadores es mucho mejor porque se descomprime la carga hacia uno, se distribuye de mejor manera el rol y la familia se hace partícipe respecto a las funciones que cada uno cumple. Lo recomendable es que no exista un solo cuidador, sino una distribución en este rol por parte de dos o tres cuidadores”, agregó.
“En la medida que la persona mayor pueda interactuar en un contexto comunitario, también se beneficia de los cuidadores, porque también pueden descansar y pueden descomprimirse. El efecto social es muy terapéutico. No nos olvidemos que el aislamiento es el que daña principalmente. Otra cosa importante es que se puedan desarrollar ciertos subsidios o pagos a los cuidadores. Es clave el apoyo psicosocial que se preste para fortalecerlos”, resaltó la académica de la casa de estudio maulina.
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