Clases virtuales cubrieron el 12% del contenido en 2020 y 2021
- Este sistema puede aportar a la recuperación de aprendizajes a través de una propuesta que aborda el aprendizaje activo, colaborativo y centrado en la resolución de problemas.
En Chile, 3.8 millones de niños, niñas y adolescentes tuvieron dos años de clases mayoritariamente virtuales, que ocasionaron la pérdida de hasta un 88% de los contenidos básicos, y según un reporte elaborado por Unicef, el retraso en los primeros ciclos escolares es de entre uno y 1.8 años (alrededor de 1.3 en Chile).
La organización calcula que desde 2020, las escuelas en América Latina permanecieron cerradas, en promedio, por 37 semanas; y que las clases virtuales solo cubrieron el 12% de los contenidos por nivel. Se cree que las principales brechas están en los primeros años de escolaridad. “Una mirada optimista es que los aprendizajes más descendidos están en los cursos donde la enseñanza es más elemental y se puede nivelar como es el nivel pre-escolar. El desafío para hoy es recuperar y nivelar”, comenta Ulises Hidalgo, académico de Grupo Santillana.
Una primera manera de apoyar en la recuperación de los aprendizajes tiene que ver con “incentivar nuevos espacios de aprendizaje y buscar alternativas para impulsar que los estudiantes se recreen de una forma más educativa”, comenta Hidalgo, quien es parte del equipo directivo en Chile del programa Singapur, un método basado en la estrategia creada por el país asiático para la enseñanza de las matemáticas.
En este contexto, el Método Singapur Matemática podría reforzar los planes de recuperación de aprendizaje, hoy en modalidad presencial. El especialista señala que Singapur trabaja con la propuesta de Jerome Bruner de trabajar los aprendizajes en una espiral ascendente. Según esto, el método está diseñado como una ruta de aprendizaje que permite volver a trabajar las ideas núcleo y profundizar la comprensión respecto a estas -en espiral-, sin interrumpir el proceso, en caso de que algunos no alcancen el entendimiento deseado. De esta manera se generan múltiples oportunidades para aprender conceptos, procesos y habilidades en un mismo grado de escolaridad o en los siguientes.
Según cifras iniciales de Santillana, los establecimientos que utilizaron el método Singapur en 2020 y 2021 -cerca de 120 en Chile, entre particulares y públicos- alcanzaron, en promedio, un 45% de cumplimiento en el primer año de pandemia, y un 80% en el segundo año, de los contenidos en relación a un año normal. En el segundo año, el retorno a la presencialidad permitió la mejora y la experiencia alcanzada por los establecimientos, sus directivos, docentes y familias para enfrentar el aprendizaje “en pandemia”.
Un punto importante a tener presente es que estas cifras se deben entender como una oportunidad de recuperación de aprendizajes, “pues sabemos que la pandemia tuvo consecuencias muy complejas no solo en los aprendizajes, sino también en muchas dimensiones de la vida de los estudiantes y sus familias”, comenta Hidalgo.
Otro elemento clave del Método Singapur que puede apoyar en la recuperación de los aprendizajes es la llamada ruta Concreto – Pictórica – Abstracta (Ruta CPA), también de Bruner. El método se caracteriza por utilizar un enfoque en tres fases -las antes señaladas- donde los niños y niñas aprenden nuevos conceptos y estrategias utilizando materiales manipulativos, como fichas, dados, cubos encajables (también pueden ser objetos de uso cotidiano, como botones, tapas de bebida, palos de helado, legos); luego pasan a representar gráficamente esos materiales y, finalmente, completan la ruta CPA, pasando a las representaciones simbólicas. “Esta última es la que frecuentemente se usa en la mayoría de las escuelas, pero solo algunos logran comprender la matemática de esta forma”, explica el académico de Santillana.
Singapur es uno de los países más desarrollados del mundo en las ciencias matemáticas: de hecho, según pruebas internacionales, sus estudiantes logran los mejores resultados gracias a este sistema. En Chile, tres de cada cuatro alumnos de entre primero y sexto básico, y que trabajan con este método, dicen que matemáticas es su ramo favorito. Hidalgo señala que esto se explica porque “la modalidad también promueve la participación, la escucha activa, instancias de convivencia y que el estudiante sea protagonista del aprendizaje”.
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