LOS DESAFÍOS PARA LAS ESCUELAS

Por: Denisse Ruz Jara  / Docente de la carrera Psicopedagogía (Área Educación) / IP Santo Tomás, sede Rancagua

La Psicopedagogía desde sus primeras confluencias asume la necesidad de entender el acto de aprender desde sus distintas manifestaciones y contextos, subjetivando el conocimiento humano como una experiencia social y afectiva. Esta comprensión asume que las aulas y todo espacio donde se genere una situación de aprendizaje es, por cierto, un universo heterogéneo, compuesto por diversidad en capital cultural, habilidades blandas, ritmos de aprendizajes, motivaciones y dificultades en algunos casos para aprender. No obstante, a pesar de disponer de investigación científica que corrobore lo anteriormente mencionado, seguimos observando aún en las prácticas educativas sistemas rígidos de enseñanza y desarrollo curricular. Acciones que se presentan como obstáculos para un óptimo desarrollo cognitivo, social y emocional. Y paradójicamente es lo que principalmente se espera en el tránsito por la escuela: una actitud inclusiva. 

David Perkins (2006) en su teoría en materia de enseñanza y aprendizaje, precisa que para la educación del siglo XXI los estudiantes debieran aprender a utilizar flexiblemente aquello que saben. Este desafío, según Perkins, implica superar el modelo de entrenar la mente y avanzar hacia una pedagogía de la complejidad que nos permita educar la mente. Asimismo, refiere a que, en su concepto sobre las escuelas inteligentes, éstas deben poseer tres características para observar posibles progresos en el campo de enseñanza y aprendizaje: 

1. Deben estar informadas, conocer cómo aprenden los estudiantes para consolidar aprendizajes efectivos y también enfatiza en la importancia de poseer conocimientos sobre el funcionamiento cognoscitivo y su óptimo desarrollo para la adquisición de habilidades. 
2. Deben ser dinámicas, no sólo poner al servicio del alumno/a el uso de la información, sino también representar un espíritu enérgico y motivador para generar experiencias cristalizantes que impliquen el deseo constante de aprender.
3. Deben ser reflexivas y comprensivas, brindar atención a las necesidades de todos/as respetando y aceptando las diferencias. 

Todo lo antes señalado pone en manifiesto la necesidad de brindar experiencias educativas más cercanas a los intereses, necesidades y motivaciones de los estudiantes altamente diversos, con el fin principal de educarlos para la vida. Al mismo tiempo, es preciso plantear mejoras a las problemáticas generadas por un sistema sobrecargado y excluyente; en la misma línea y con la intención de develar la real importancia que tiene el acompañamiento psicopedagógico en la reestructuración de lo que tradicionalmente se ha establecido en el proceso de aprender.

Entonces, ¿por qué no se debe dejar de hacer Psicopedagogía?

Jorge Visca, escritor y fundador del Centro de Estudios Psicopedagógicos (CEP) de Buenos Aires, Argentina, indicaba que el aprendizaje no se restringe a la escuela. Si bien es cierto que la escuela es una fuente de aprendizaje valiosa y formadora, es preciso destacar que el aprendizaje se produce en el sujeto. La cultura se transforma en un bien pedagógico, puesto que se aprende en las situaciones más diversas e impensadas. Por tanto, el psicopedagogo puede hacer lo que ningún otro profesional puede realizar: promover y atender a la diversidad, visibilizando a aquellos que no siempre pueden acceder a una educación humanizadora a lo largo de su vida.

La tolerancia y el respeto por el aprender humano, es un gran reto que implica el diseño de espacios de aprendizajes centrados en distintos ámbitos, como forma de contribuir a la superación de barreras que obstaculizan el desarrollo íntegro y la debida adaptación social que todo ser humano espera tener, como parte de un todo. En este sentido, la mirada inclusiva constituye el eje principal del profesional de la psicopedagogía, lo que lleva a asumir la gran responsabilidad de mediar en la integración tanto social como educativa de quien lo requiera.

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*Sobre la autora: Psicopedagoga clínica y docente. Diplomada en “Evaluación del aprendizaje en educación superior”. Diplomada en “Psicopedagogía, social y comunitaria”. Experiencia en detectar alteraciones en el aprender, proponer y aplicar estrategias de tratamiento y efectuar pronósticos de evolución. Se ha dedicado a la prevención y estimulación cognitiva, y a orientar sobre intervenciones de enseñanza que favorezcan la calidad en el proceso de aprender.