Nieto de un visionario y heredero de una historia amasada con esfuerzo, Tomás Figueroa recoge el fuego sagrado de Masas El Jano para encender un nuevo capítulo: el de un joven con visión emprendedora que transforma tradición en futuro, con el corazón como ingrediente principal en cada producto.
Por: Exequiel Aleu Monasterio
En plena Alameda de Rancagua, a pasos de Av. España, late un nuevo punto de encuentro para los amantes del buen sabor y la tradición hecha con cariño. Ahí, en el número 761, se alza el nuevo local de Masas El Jano, la icónica marca familiar que ya lleva más de una década alegrando los paladares rancagüinos. Pero esta vez, el relato tiene una nueva voz: Tomás Figueroa Valenzuela, nieto del fundador, quien con apenas 22 años lleva el timón con la convicción de alguien que no solo vende masas, sino que defiende un legado con sabor a esfuerzo.
“Este nuevo local es como una evolución del anterior. Partimos en marzo y desde el principio quisimos entregar algo más completo, con más variedad y comodidad para la gente”, cuenta Tomás con esa mezcla de humildad y seguridad que solo da el trabajo hecho a pulso. Acá no solo hay sopaipillas, empanadas o calzones rotos: hay aceite, aderezos, distintos tipos de quesos y, sobre todo, una preocupación real por el bolsillo del cliente. “He recorrido la vega, el mercado, y nuestros precios están súper bajos. La gente puede venir a ahorrar de verdad”, asegura.
Una historia amasada con historia
Masas El Jano nació formalmente en 2013, pero su espíritu comenzó mucho antes. Fue el abuelo de Tomás, don Luis —que no se llama Jano, aunque todos lo crean—, quien trajo a Rancagua la experiencia y el nombre desde Santiago, donde trabajó con su hermano en una fábrica de masas. “Él no tenía nada. Fue juntando peso a peso en una caja hasta que pudo comprarse las máquinas y arrendar un local. Lo vi crecer desde cero y eso me marcó”, dice Tomás con emoción. Hoy, ese legado vive en cada sopaipilla, pero también en cada decisión que toma este joven emprendedor para modernizar y hacer crecer el negocio familiar.
El rockstar de las masas
Tomás no para. No duerme, literalmente, pensando en cómo mejorar. “Este es un negocio que no quiero dejar caer. Siempre estoy pensando en qué innovación aplicar o qué solución ofrecerle a la gente. Y la verdad, la gente nos quiere harto, eso se agradece”, dice. Por eso, junto a su primo, armaron este nuevo local con una lógica que también busca descongestionar el antiguo, especialmente en fechas clave como Fiestas Patrias o Semana Santa.
“Queremos que los clientes minoristas —los que compran 20, 50, 100 masas— vengan a este local y no tengan que hacer la fila de tres horas con los mayoristas que se llevan dos mil o tres mil masas. Este espacio es una solución concreta para ellos”.
Tradición con visión
En Masas El Jano todo es producción propia, con un sello que la gente ya reconoce incluso cuando ven las empanadas en otro local. “Nosotros garantizamos calidad y frescura. La masa es la misma, el sabor también. Lo que cambia es el espacio y el enfoque”, explica Tomás. Con presencia en redes sociales, sitio web y WhatsApp, no es raro que muchos ya lo vean como un nuevo referente del comercio local con alma joven y corazón familiar.
“Invito a todos a que vengan a conocernos, y a los que ya nos conocen, que sigan viniendo. Estamos en Alameda 761, justo antes de Av. España, frente a la Fiscalía. Ojo con el GPS, que a veces manda cerca del hospital, pero el punto exacto es acá. Lo importante es que los esperamos con el mismo sabor de siempre y con más ganas que nunca”, cierra Tomás, con una sonrisa que, como sus masas, contagia.
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